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miércoles, 23 de julio de 2014

Llego el momento de dar un cierre a este Blog para mi fue una gran experiencia, aprendí muchísimo, espero que de igual manera sea util a cualquier lector tanto como lo es para mi. Quien se atreva a enseñar nunca debe dejar de aprender.
La Educacion debe ser igual para todos, por que la Educacion es como la luz del sol que puede y debe llegar a todos, por que ante los ojos de Dios somos todos iguales
Nimia Ruiz Lopez

martes, 22 de julio de 2014


El Papa y la Formación Profesional
   Karol Wojtyla nació en el seno de una familia poco acomodada. Su padre era obrero y su madre, ama de casa, al cuidado de siete hijos. Antes de Papa, Juan Pablo II conoció en sus carnes la dureza del cansancio físico trabajando también de obrero. En su concepción del trabajo y del empleo, ha enfatizado mucho en el hombre y en su capacidad de conocimiento como factor decisivo en el funcionamiento de las sociedades. Ha abogado por políticas sociales y educativas que no incrementasen las desigualdades en la distribución de las riquezas. En este sentido, ha sostenido en ocasiones que estas diferencias están determinadas muchas veces por el acceso de los países, grupos sociales e individuos a las Nuevas Tecnologías.
   Confirió al Estado la responsabilidad de proporcionar los instrumentos políticos necesarios para la formación, la igualdad de oportunidades, de salarios justos y de jornadas compatibles con la vida familiar, a la que consideraba pilar imprescindible sobre el cual se asientan todas las sociedades.

Juan Pablo II  
La educación no es un tema desconocido para la Iglesia católica.
 Muy lejos de lo que puede pensarse, y así se hace desde sectores alejados de la moral y doctrina católicas, resulta de todo punto fundamental que la materia propia de tal actividad no quede alejada, mucho, de la moral y doctrina.
¿Qué es, exactamente, la educación?
 Así la definía el Papa polaco en un Discurso en la UNESCO, en 1980: “La educación consiste en que el hombre llegue a ser cada vez más hombre, que pueda ser más y no sólo que pueda tener más, y que, en consecuencia, a través de todo lo que tiene, todo lo que posee, sepa ser más plenamente hombre
Y, para que la educación se lleve a cabo de forma adecuada, no podemos olvidar el papel, fundamental, que juegan los padres. Por eso, en la Carta a las familias (de 1994) , dejó escrito que “Los padres son los primeros y principales educadores de sus propios hijos, y en este campo tienen incluso una competencia fundamental: son educadores por ser padres. Comparten su misión educativa con otras personas e instituciones, como la Iglesia y el Estado. Sin embargo, esto debe hacerse siempre aplicando correctamente el principio de subsidiariedad”.
Y aplicando tal principio, el de subsidiariedad, al Estado no le está permitido adoctrinar a los hijos imponiendo ideas y creencias propias del primero por sobre la de los padres.
Y es que, al fin y al cabo, “La tarea educativa tiene sus raíces en la vocación primordial de los esposos a participar en la obra creadora de Dios; ellos, engendrando en el amor y por amor una nueva persona, que tiene en sí la vocación al crecimiento y al desarrollo, asumen por eso mismo la obligación de ayudarla eficazmente a vivir una vida plenamente humana” (Exhortación apostólica “Familaris consortio” (FC), de 1981) (36)Por eso en la Exhortación citada dice, también, que “Debe asegurarse absolutamente el derecho de los padres a la elección de una educación conforme con su fe religiosa” (FC 40) porque no se debe olvidar tan importante principio.
 Pero tal principio no quiere decir que el Estado nada tenga que hacer en materia de educación y que la Iglesia tenga que permanecer pasiva ante tal situación. Al contrario, “El Estado y la Iglesia tienen la obligación de dar a las familias todas las ayudas posibles, a fin de que puedan ejercer adecuadamente sus funciones educativas. Por esto tanto la Iglesia como el Estado deben crear y promover las instituciones y actividades que las familias piden justamente, y la ayuda deberá ser proporcionada a las insuficiencias de las familias. Por tanto, todos aquellos que en la sociedad dirigen las escuelas, no deben olvidar nunca que los padres han sido constituidos por Dios mismo como los primeros y principales educadores de los hijos, y que su derecho es del todo inalienable” (FC 40)
Y, para la Iglesia, lanza lo que bien podríamos llamar “aviso a navegantes” despistados, cuando dice, en la Exhortación apostólica “Catechesi tradendae”, de 1979, que “la escuela católica: ¿Seguiría mereciendo este nombre si, aun brillando por su alto nivel de enseñanza en las materias profanas, hubiera motivo justificado para reprocharle su negligencia o desviación en la educación propiamente religiosa? ¡Y no se diga que ésta se dará siempre implícitamente o de manera indirecta! El carácter propio y la razón profunda de la escuela católica, el motivo por el cual deberían preferirla los padres católicos, es precisamente la calidad de la enseñanza religiosa integrada en la educación de los alumnos
¿Qué hacer cuando, a pesar de todo, se trata de influir, de tal manera, en la moral infantil, que bien podría decirse que trata de ser cambiada?
Si en las escuelas se enseñan ideologías contrarias a la fe cristiana, la familia junto con otras familias, si es posible mediante formas de asociación familiar, debe con todas las fuerzas y con sabiduría ayudar a los jóvenes a no alejarse de la fe. En este caso la familia tiene necesidad de ayudas especiales por parte de los pastores de almas, los cuales no deben olvidar que los padres tienen el derecho inviolable de confiar sus hijos a la comunidad eclesial” (FC 40)
Y esto no debería olvidarse porque Juan Pablo II
sabía, a la perfección, lo que significa no tener en cuenta tal realidad.
 Juan Pablo II se caracterizó por la integración de los laicos en las tareas pastorales, la promoción del apostolado juvenil y vocacional y la construcción de templos, pero sobre todo, por la Educación, la promoción humana y formación religiosa de pobres y ricos. Juan Pablo II, el “Magno”, el Papa amigo del pueblo, fue infatigable en su aportación a la Educación y, sobre todo, fijó metas para los educadores cristianos. MAGISTERIO recoge una pequeña parte de su gran aportación al mundo de la enseñanza.
 Educar a los jóvenes
¿Quiénes son los jóvenes, qué desean, hacia dónde van, qué es lo que necesitan? Entonces como hoy son preguntas difíciles, pero ineludibles, que todo educador debe afrontar.
El Papa ha urgido al mundo a llevar a cabo una constante Educación en la legalidad, es cada vez más necesario construir juntos vías de paz, es imprescindible educar para la paz. Es necesario un nuevo orden internacional para abordar los problemas de desequilibrio entre países.
  Las futuras generaciones deben ser educadas en la “auténtica paz”. Es un tema más actual que nunca en estos meses en los que estamos preocupados por las situaciones bélicas en todos los continentes.
  Fe y Educación
¿La enseñanza puede ser de verdad camino para el hombre? Y viceversa, ¿es el hombre de verdad el camino de la enseñanza? La respuesta es afirmativa sin duda alguna, si la función educativa es connatural a la enseñanza, está claro que no puede existir sino para el hombre. “Una escuela para el hombre” significa tocar en lo vivo una problemática de importancia radical que afecta a la misma razón de ser de la enseñanza y su destino intrínseco de ser estructura de servicio.
  El papel del educador
El Amor se traduce por la dedicación primordial del Educador como persona totalmente entregada al bien de los educandos, estando con ellos, dispuestos a afrontar sacrificios y fatigas por cumplir su misión en su formación como personas íntegras.
 Ello requiere estar verdaderamente a disposición de los jóvenes, profunda concordancia de sentimientos y capacidad de diálogo. Las metas del Educador Cristiano.
Educación católica
 A veces, por desgracia, cuando se habla de escuela católica se la considera sólo en rivalidad y hasta oposición con otras escuela, en particular con las de titularidad del Estado.
   Pero no es así. La escuela católica se ha propuesto siempre y se propone hoy formar también ciudadanos ejemplares.
   La Educación en la Iglesia Católica, discurso a un colegio católico.
   Carta del Papa a los niños
   (…) “¡Queridos amigos! En lo sucedido al Niño de Belén podéis reconocer la suerte de los niños de todo el mundo. Si es cierto que un niño es la alegría no sólo de sus padres, sino también de la Iglesia y de toda la sociedad, es cierto igualmente que en nuestros días muchos niños, por desgracia, sufren o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y miseria, mueren a causa de las enfermedades y de la desnutrición, perecen víctimas de la guerra, son abandonados por sus padres y condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso por parte de los adultos. ¿Cómo es posible permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos niños, sobre todo cuando es causado de algún modo por los adultos?” (…)
   “Queridos chicos y chicas, coetáneos del Jesús de 12 años, ¿no vienen a vuestra mente, en este momento, las clases de Religión que se dan en la parroquia y en la escuela, clases a las que estáis invitados a participar? Quisiera, pues, haceros algunas preguntas: ¿cuál es vuestra actitud ante las clases de Religión? ¿Os sentís comprometidos como Jesús en el Templo cuando tenía 12 años? ¿Asistís a ellas con frecuencia en la escuela o en la parroquia? ¿Os ayudan en esto vuestros padres?” (…)
   13 de diciembre de 1994
 En cuanto a la asignatura de Religión como parte de la Educación, Juan Pablo II considera que los padres deben defender sus derechos: “La Educación integral de los jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su importancia. Los poderes públicos tienen el deber de garantizar este derecho a los padres”.
Educación y deporte
 La Iglesia considera al deporte como un instrumento al servicio de la Educación de todas las personas cuando se transforma en promotor de los ideales humanos y espirituales más elevados y cuando ayuda a los jóvenes a tener en cuenta valores tales como la lealtad, la perseverancia, la amistad, la solidaridad y la paz.    El deporte, al superar las diversidades culturales e ideológicas de todo tipo, es una oportunidad privilegiada de diálogo y de comprensión entre los pueblos para la construcción de la civilización del amor.


 www.magisnet.com
 

lunes, 21 de julio de 2014

Tengo que hacer un cierre al Blog y sinceramente me cuesta, fue una hermosa experiencia de la que aprendí muchísimo y disfrute enormemente. Ojala hayamos podido en èl, volcar material útil y con valores para que cada uno tome de èl lo que necesite, esta es una manera de enriquecernos y crecer mutuamente.
La educación hace digno al ser humano, le da las herramientas necesarias para defenderse en la vida y poder utilizar la libertad, como gracia divina, que le permite al ser humano elegir el camino correcto, según su cultura, su lugar, sus valores, sus sueños. Si no conocemos, como saber qué elegir, como saber qué es lo bueno o lo malo para nosotros.
Nos permite conocer y relacionarnos con el prójimo, entablar lazos desde la igualdad, los valores y los derechos. Puedo ser capaz de entablar un diálogo constructivo, enriquecer y enriquecerme  con diferentes realidades, de igual a igual.
Dios se nos revelo, a través de la creación, la historia y en Jesucristo, una manera de responder a Dios con mi fe, es conocer, saber. Nunca olvidemos que el hombre fue creado para vivir en comunidad, esto es compartir nuestros dones, nuestra vida, de manera tal que siendo diferentes, nos enriquezcamos mutuamente de nuestras diferencias.
La escuela, la universidad, son ámbitos ideales para que esto se ponga en practica, mas allá de la familia. En ellas encontramos diferentes dones, culturas, sueños, valores.
Nuestra misión como docentes es guiar a estos niños, jóvenes y pares, hacia el camino de la apertura, el verme en el otro, aprender con dulzura y firmeza.
Aquí quiero enlazar la escuela inclusiva, todos necesitamos ser integrados o incluidos de alguna manera, algunos necesitamos mas ayuda que otros, pero de nuestras diferentes capacidades nos enriquecemos, sintiéndonos hijos de Dios. frente a El todas las almas somos iguales, y el nos soñó a todos y cada uno. Si yo tengo capacidades diferentes, debo entregarlas y recibir otras que me completen. Así son los niños especiales, iguales a nosotros, amados por Dios. con sueños, con sentimientos, con ganas de aprender, y ser amados, como vos, como yo.
Quien soy yo para decir que es normal y que no, bajo que parámetros me guío, acaso para el niño especial no soy yo la diferente, no
sos vos el diferente.
Trabajemos juntos por un mundo mejor, digno, igualitario, con valores, con una educación especial para cada uno de nosotros, pero por sobre todo un mundo donde el amor sea la ley fundamental, porque si amo todo lo puedo, porque Dios es amor y el es mi camino.
Laura Marta Bilbao

La iglesia y la educación...

     Me pareció interesante e importante compartir con ustedes este documento, que aunque no es actual, sus valores, sugerencias y pedagogía me parece se adapta a cualquier tiempo y espacio, y nos guía hacia un camino, digno  para formar los pilares de nuestra educación.

Como dijo  S.S.  el Papa Francisco en Febrero de este año 2014....



   Cuando vi el texto antes de la misa me quedé pensando en este modo de vivir de aquellas primeras comunidades cristianas y la misa de hoy… Y pensé si nuestro trabajo educativo no tendría que ir por este camino de lograr la armonía: la armonía en todos los chicos y chicas que nos han confiado, la armonía interior, la de su personalidad. Es trabajando artesanalmente, imitando a Dios, `alfarereando´ la vida de esos chicos, como podremos  lograr la armonía. Y rescatarlos de las disonancias que son siempre oscuras; en cambio, la armonía es luminosa, clara, es la luz. La armonía de un corazón que crece y que nosotros acompañamos en este camino educativo es el que hay que lograr.  (…)




CONGREGACION PARA LA EDUCACION CATOLICA
(para los Seminarios e Institutos de Estudio)
LA ESCUELA CATOLICA
EN LOS UMBRALES DEL TERCER MILENIO
Introducción
1. En los umbrales del tercer milenio la educación y la escuela católicas se encuentran ante desafíos nuevos lanzados por los contextos socio-cultural, y político. Se trata en especial de la crisis de valores, que sobre todo en las sociedades ricas y desarrolladas, asume las formas, frecuentemente propaladas por los medios de comunicación social, de difuso subjetivismo, de relativismo moral y de nihilismo. El profundo pluralismo que impregna la concienca social, da lugar a diversos comportamientos, en algunos casos tan antitéticos como para minar cualquier identidad comunitaria. Los rápidos cambios estructurales, las profundas innovaciones técnicas y la globalización de la economía repercuten en la vida del hombre de cualquier parte de la tierra. Contrariamente, pues, a las perspectivas de desarrollo para todos, se asiste a la acentuación de la diferencia entre pueblos ricos y pueblos pobres, y a masivas oleadas migratorias de los países subdesarrollados hacia los desarrollados. Los fenómenos de la multiculturalidad, y de una sociedad que cada vez es más plurirracial, pluriétnica y plurirreligiosa, traen consigo enriquecimiento, pero también nuevos problemas. A esto se añade, en los países de antigua evangelización, una creciente marginación de la fe cristiana como referencia y luz para la comprensión verdadera y convencida de la existencia.
2. En el campo específico de la educación, las funciones se han ampliado, llegando a ser más complejas y especializadas. Las ciencias de la educación, anteriormente centradas en el estudio del niño y en la preparación del maestro, han sido impulsadas a abrirse a las diversas etapas de la vida, a los diferentes ambientes y situaciones allende la escuela. Nuevas necesidades han dado fuerza a la exigencia de nuevos contenidos, de nuevas competencias y de nuevas figuras educativas, además de las tradicionales. Así educar, hacer escuela en el contexto actual resulta especialmente difícil.
3. Frente a este panorama, la escuela católica está llamada a una renovación valiente. La herencia valiosa de una experiencia secular manifiesta, en efecto, la propia vitalidad sobre todo por la capacidad para adecuarse sabiamente. Es, por tanto, necesario que también hoy la escuela católica sepa definirse a sí misma de manera eficaz, convincente y actual. No se trata de simple adaptación, sino de impulso misionero: es el deber fundamental de la evangelización, del ir allí donde el hombre está para que acoja el don de la salvación.
4. Por esto, la Congregación para la Educación Católica, en estos años de preparación inmediata al gran jubileo del 2000, en la grata concurrencia de cumplirse los treinta años de la creación de la Oficina para las escuelas(1) y de los veinte años de la publicación del documento La Escuela Católica, el 19 de marzo de 1977, con el fin de « concentrar la atención sobre la naturaleza y características de una escuela que quiere definirse y presentarse como católica »,(2) se dirige, por la presente carta circular, a cuantos están comprometidos en la educación escolar, a fin de hacerles llegar una palabra de aliento y de esperanza. En particular esta carta se propone compartir tanto la satisfacción por los resultados positivos logrados por la escuela católica, como sus preocupaciones por las dificultades que encuentra. Además, respaldados por la enseñanza del Concilio Vaticano II, por las numerosas intervenciones del Santo Padre, por las Asambleas ordinarias y especiales del Sínodo de los Obispos, por las Conferencia Episcopales y por la solicitud de los Ordinarios diocesanos, así como por los Organismos internacionales católicos con fines educativos y escolares, nos parece oportuno llamar la atención sobre algunas características fundamentales de la escuela católica que consideramos importantes para la eficacia de su labor educativa en la Iglesia y en la sociedad: la escuela católica como lugar de educación integral de la persona humana a través de un claro proyecto educativo que tiene su fundamento en Cristo;(3) su identidad eclesial y cultural; su misión de caridad educativa; su servicio social; su estilo educativo que debe caracterizar a toda su comunidad educativa.
Exitos y dificultades
5. Es con satisfacción que recorremos el camino positivo que la escuela católica ha trazado en estos últimos decenios. Ante todo, se debe considerar la ayuda que ella presta a la misión evangelizadora de la Iglesia en todo el mundo, incluso en aquellas zonas en las que no es posible otra acción pastoral. Además, la escuela católica, a pesar de las dificultades, ha querido seguir siendo corresponsable del desarrollo social y cultural de las diferentes comunidades y pueblos, de los que forma parte, compartiendo los éxitos y las esperanzas, los sufrimientos, las dificultades y el esfuerzo para un auténtico progreso humano y comunitario. En tal contexto, es preciso resaltar la valiosa ayuda que ella, poniéndose al servicio de los pueblos menos favorecidos, presta a su progreso espiritual y material. Nos sentimos obligados a reconocer el impulso dado por la escuela católica a la renovación pedagógica y didáctica, y el gran esfuerzo prodigado por tantos fieles, sobre todo por cuantos, consagrados y laicos, viven su función docente como vocación y auténtico apostolado.(4) En fin, no podemos olvidar la contribución de la escuela católica a la pastoral de conjunto, y a la familiar en particular, subrayando al respecto, la prudente labor de inserción en las dinámicas educativas entre padres e hijos y, muy especialmente, el apoyo sencillo y profundo, lleno de sensibilidad y delicadeza, ofrecido a las familias « débiles » o « rotas », cada vez más numerosas, sobre todo, en los países desarrollados.
6. La escuela es, indudablemente, encrucijada sensible de las problemáticas que agitan este inquieto tramo final del milenio. La escuela católica, de este modo, se ve obligada a relacionarse con adolescentes y jóvenes que viven las dificultades de los tiempos actuales. Se encuentra con alumnos que rehuyen el esfuerzo, incapaces de sacrificio e inconstantes y carentes, comenzando a menudo por aquellos familiares, de modelos válidos a los que referirse. Hay casos, cada vez más frecuentes, en los que no sólo son indiferentes o no practicantes, sino faltos de la más mínima formación religiosa o moral. A esto se añade en muchos alumnos y en las familias, un sentimiento de apatía por la formación ética y religiosa, por lo que al fin aquello que interesa y se exige a la escuela católica es sólo un diploma o a lo más una instrucción de alto nivel y capacitación profesional. El clima descrito produce un cierto cansancio pedagógico, que se suma a la creciente dificultad, en el contexto actual, para hacer compatible ser profesor con ser educador.
7. Entre las dificultades hay que contar también las situaciones de orden político, social y cultural que impiden o dificultan la asistencia a la escuela católica. El drama de la extrema pobreza y del hambre extendido por el mundo, los conflictos y guerras civiles, el degrado urbano, la difusión de la criminalidad en las grandes áreas metropolitanas de tanta ciudades, no permiten la total realización de proyectos formativos y educativos. En algunas partes del mundo son los propios gobiernos los que obstaculizan, cuando no impiden de hecho, la acción de la escuela católica, a pesar del progreso de ideas y prácticas democráticas, y de una mayor sensibilización por los derechos humanos. Otras dificultades provienen de problemas económicos. Tal situación repercute especialmente sobre la escuela católica en aquellos países que no tienen prevista ninguna ayuda gubernativa para las escuelas no estatales. Esto hace que la carga económica de las familias que no eligen la escuela estatal, sea casi insostenible, y compromete seriamente la misma supervivencia de las escuelas. Además, las dificultades económicas, a más de incidir sobre la contratación y sobre la continuidad de la presencia de los educadores, pueden hacer que los que no tienen medios económicos suficientes, no puedan frecuentar la escuela católica, provocando, de este modo, una selección de alumnos, que hace perder a la escuela católica una de sus características fundamentales, la de ser una escuela para todos.
Mirando al futuro
8. La mirada dirigida a los éxitos y a las dificultades de la escuela católica, sin pretender tratar cabalmente su amplitud y profundidad, nos mueve a reflexionar sobre la ayuda que ella puede prestar a la formación de las nuevas generaciones en los umbrales del tercer milenio, consciente de que, como escribe Juan Pablo II, « el futuro del mundo y de la Iglesia pertenece a las nuevas generaciones que, nacidas en este siglo, alcanzarán la madurez en el próximo, el primero del nuevo milenio ».(5) La escuela católica, por tanto, debe estar en condiciones de proporcionar a los jóvenes los medios aptos para encontrar puesto en una sociedad fuertemente caracterizada por conocimientos técnicos y científicos, pero al mismo tiempo, diremos ante todo, debe poder darles una sólida formación orientada cristianamente. Por esto, estamos convencidos de que para hacer de la escuela católica un instrumento educativo en el mundo de hoy, sea preciso reforzar algunas de sus características fundamentales.

La persona y su educación
9. La escuela católica se configura como escuela para la persona y de las personas. « La persona de cada uno, en sus necesidades materiales y espirituales, es el centro del magisterio de Jesús: por esto el fin de la escuela católica es la promoción de la persona humana ».(6) Tal afirmación, poniendo en evidencia la relación del hombre con Cristo, recuerda que en su persona se encuentra la plenitud de la verdad sobre el hombre. Por esto, la escuela católica, empeñándose en promover al hombre integral, lo hace, obedeciendo a la solicitud de la Iglesia, consciente de que todos los valores humanos encuentran su plena realización y, también su unidad, en Cristo.(7) Este conocimiento manifiesta que la persona ocupa el centro en el proyecto educativo de la escuela católica, refuerza su compromiso educativo y la hace idónea para formar personalidades fuertes.

10. El contexto socio-cultural actual corre el peligro de ocultar « el valor educativo de la escuela católica, en el cual radica fundamentalmente su razón de ser y en virtud del cual ella constituye un auténtico apostolado ».(8) En efecto, si es cierto que en los últimos años se ha prestado mayor atención y ha crecido la sensibilidad por parte de la opinión pública, de los organismos internacionales y de los gobiernos hacia los problemas de la escuela y de la educación, también hay que señalar una extendida reducción de la educación a los aspectos meramente técnicos y funcionales. Las mismas ciencias pedagógicas y educativas aparecen más centradas en los espectos del reconocimiento fenomenológico y de la práctica educativa, que no en aquéllos del valor propiamente educativo, centrado sobre los valores y perspectivas de profundo significado. La fragmentación de la educación, la ambigüedad de los valores, a los que frecuentemente se alude obteniendo amplio y fácil consenso, a precio, sin embargo, de un peligroso ofuscamiento de los contenidos, tienden a encerrar la escuela en un presunto neutralismo, que debilita el potencial educativo y que repercute negativamente sobre la formación de los alumnos. Se quiere olvidar que la educación presupone y comporta siempre una determinada concepción del hombre y de la vida. La pretendida neutralidad de la escuela, conlleva, las más de las veces, la práctica desaparición, del campo de la cultura y de la educación, de la referencia religiosa. Un correcto planteamiento pedagógico está llamado, por el contrario, a situarse en el campo más decisivo de los fines, a ocuparse no sólo del « cómo », sino también del « porqué », a superar el equívoco de una educación aséptica, a devolver al proceso educativo aquella unidad que impide la dispersión por las varias ramas del saber y del aprendizaje, y que mantiene en el centro a la persona en su compleja identidad, trascendental e histórica. La escuela católica, con su proyecto educativo inspirado en el Evangelio, está llamada a recoger este desafío y a darle respuesta con la convicción de que « el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado »(9).
La escuela católica en el corazón de la Iglesia
11. La complejidad del mundo contemporáneo nos convence de cuán necesario sea dar peso a la conciencia de la identidad eclesial de la escuela católica. De la identidad católica, en efecto, nacen los rasgos peculiares de la escuela católica, que se « estructura » como sujeto eclesial, lugar de auténtica y específica acción pastoral. Ella comparte la misión evangelizadora de la Iglesia, y es lugar privilegiado en el que se realiza la educación cristiana. En este sentido, « las escuelas católicas son al mismo tiempo lugares de evangelización, de educación integral, de inculturación y de aprendizaje de un diálogo vital entre jóvenes de religiones y de ambientes sociales diferentes ».(10) La eclesialidad de la escuela católica está, pues, escrita en el corazón mismo de su identidad de institución escolar. Ella es verdadero y propio sujeto eclesial en razón de su acción escolar, « en la que se funden armónicamente fe, cultura y vida ».(11) Es preciso, por tanto, reafirmar con fuerza que la dimensión eclesial no constituye una característica yuxtapuesta, sino que es cualidad propia y específica, carácter distintivo que impregna y anima cada momento de su acción educativa, parte fundamental de su misma identidad y punto central de su misión.(12) La promoción de tal dimensión es el objetivo de cada uno de los elementos que integran la comunidad educativa.
12. En virtud, pues, de su identidad la escuela católica es lugar de experiencia eclesial, de la que la comunidad cristiana es la matriz. En este contexto se recuerda que ella realiza la propia vocación de ser experiencia verdadera de Iglesia sólo si se sitúa dentro de una pastoral orgánica de la comunidad cristiana. De modo muy particular la escuela católica permite encontrar a los jóvenes en un ambiente favorable a la formación cristiana. No obstante, es preciso señalar que, en ciertos casos, la escuela católica no es sentida como parte integrante de la realidad pastoral: a veces, se la considera extraña, o casi, a la comunidad. Es urgente, por tanto, promover una nueva sensibilidad en las comunidades parroquiales y diocesanas para que se sientan llamadas en primera persona, a responsabilizarse de la educación y de la escuela.
13. En la historia eclesial se tiene a la escuela católica sobre todo como manifestación de Institutos religiosos, los cuales, por carisma religioso o por expresa dedicación, se han entregado a ella generosamente. En los momentos actuales tampoco escasean las dificultades debidas, unas, a la preocupante disminución numérica, y otras, a la subrepticia difusión de graves incompresiones, que pueden inducir al abandono de la misión educativa. Por esto, viene separado, por una parte, el empeño escolar de la acción pastoral, mientras que por otra, la actividad concreta encuentra dificultad en compaginarse con las exigencias específicas de la vida religiosa. Las intuiciones fecundas de los santos Fundadores demuestran mejor y más radicalmente que cualquier otro razonamiento, la falta de fundamento y lo precario de tales afirmaciones. Nos parece, pues, oportuno recordar que la presencia de los consagrados en la comunidad educativa es indispensable porque ellos « están en condiciones de llevar acabo una acción educativa particularmente eficaz »,(13) y son ejemplo de cómo « darse » sin reservas y gratuitamente al servicio de los otros en el espíritu de la consagración religiosa. La presencia contemporánea de religiosas y religiosos, y también de sacerdotes y de laicos, ofrece a los alumnos « una imagen viva de la Iglesia y hace más fácil el conocimiento de sus riquezas ».(14)
Identidad cultural de la escuela católica
14. De la naturaleza de la escuela católica deriva también uno de los elementos más expresivos de la originalidad de su proyecto educativo: la síntesis entre cultura y fe. En efecto, el saber, considerado en la perspectiva de la fe, llega a ser sabiduría y visión de vida. El esfuerzo para conjugar razón y fe, llegado a ser el alma de cada una de las disciplinas, las unifica, articula y coordina, haciendo emerger en el interior mismo del saber escolar, la visión cristiana del mundo y de la vida, de la cultura y de la historia. En el proyecto educativo de la escuela católica no existe, por tanto, separación entre momentos de aprendizaje y momentos de educación, entre momentos del concepto y momentos de la sabiduría. Cada disciplina no presenta sólo un saber que adquirir, sino también valores que asimilar y verdades que descubrir.(15) Todo esto, exige un ambiente caracterizado por la búsqueda de la verdad, en el que los educadores, competentes, covencidos y coherentes, maestros de saber y de vida, sean imágenes, imperfectas desde luego, pero no desbaídas del único Maestro. En esta perspectiva, en el proyecto educativo cristiano todas las disciplinas contribuyen, con su saber específico y propio, a la formación de personalidades maduras.
« El cuidado de la instrucción es amor » (Sab 6,17)
15. En la dimensión eclesial se fundamenta también la característica de la escuela católica como escuela para todos, con especial atención hacia los más débiles. La historia ha visto surgir la mayor parte de las instituciones educativas escolares católicas como respuesta a las necesidades de los sectores menos favorecidos desde el punto de vista social y económico. No es una novedad afirmar que las escuelas católicas nacieron de una profunda caridad educativa hacia los niños y jóvenes abandonados a sí mismos y privados de cualquier forma de educación. En muchas partes del mundo, todavía hoy, es la probreza material la que impide que muchos niños y jóvenes sean instruidos y que reciban una adecuada formación humana y cristiana. En otras, son nuevas pobrezas las que interpelan a la escuela católica, la que, como en tiempos pasados, puede encontrarse con incomprensiones, recelos y carente de medios. Las pobres muchachas que en el siglo XV eran instruidas por las Ursulinas, los muchachos que Calasanz veía correr y alborotar por las calles romanas, o que La Salle encontraba en los pueblos de Francia, o que Don Bosco acogía, los podemos encontrar hoy en aquellos que han perdido el sentido auténtico de la vida y carecen de todo impulso por un ideal, a los que no se les proponen valores y desconocen totalmente la belleza de la fe, que tienen a sus espaldas familias rotas e incapaces de amor, viven a menudo situaciones de penuria material y espiritual, son esclavos de los nuevos ídolos de una sociedad, que, no raramente, les presenta un futuro de desocupación y marginación. A estos nuevos pobres dirige con espíritu de amor su atención la escuela católica. En tal sentido, ella, nacida del deseo de ofrecer a todos, en especial a los más pobres y marginados, la posibilidad de instruirse, de capacitarse profesionalmente y de formarse humana y cristianamente, puede y debe encontrar, en el contexto de las viejas y nuevas pobrezas, aquella original síntesis de pasión y de amor educativos, expresión del amor de Cristo por los pobres, los pequeños, por las multitudes en busca de la verdad.
La escuela católica al servicio de la sociedad
16. La escuela católica no debe ser considerada separadamente de las otras instituciones educativas y gestionada como cuerpo aparte, sino que debe relacionarse con el mundo de la política, de la economía, de la cultura y con la sociedad en su complejidad. Concierne, por tanto, a la escuela católica afrontar con decisión la nueva situación cultural, presentarse como instancia crítica de proyectos educativos parciales, modelo y estímulo para otras instituciones educativas, hacerse avanzadilla de la preocupación educativa de la comunidad eclesial. De este modo se pone de manifiesto claramente el rol público de la escuela católica, que no nace como iniciativa privada, sino como expresión de la realidad eclesial, por su naturaleza revestida de carácter público. Ella desarrolla un servicio de utilidad pública y, aunque siendo clara y manifiestamente configurada según la perspectiva de la fe católica, no está reservada a solo los católicos, sino abierta a todos los que demuestren apreciar y compartir una propuesta educativa cualificada. Esta dimensión de apertura, es especialmente evidente en los países de mayoría no cristiana y en vía de desarrollo, en los que desde siempre las escuelas católicas son, sin discriminación alguna, promotoras de progreso social y de promoción de la persona.(16) Las instituciones escolares católicas, además, al igual que las escuelas estatales, desarrollan una función pública, garantizando con su presencia el pluralismo cultural y educativo, y sobre todo la libertad y el derecho de la familia a ver realizada la orientación educativa que desean dar a la formación de los propios hijos.(17)
17. En esta perspectiva, la escuela católica establece un diálogo sereno y constructivo con los Estados y con la comunidad civil. El diálogo y la colaboración deben basarse en el mutuo respeto, en el reconocimiento recíproco del propio rol y en el servicio común al hombre. Para llevar a cabo esto, la escuela católica se integra de buen grado en los planes escolares y cumple la legislación de cada país, siempre que éstos sean respetuosos de los derechos fundamentales de la persona, comenzando del respeto a la vida y a la libertad religiosa. La relación correcta entre Estado y escuela, no sólo católica, se establece a partir no tanto de las relaciones institucionales, cuanto del derecho de la persona a recibir una educación adecuada, según una libre opción. Derecho al que se responde según el principio de la subsidiaridad.(18) En efecto, « el poder público, a quien corresponde amparar y defender las libertades de los ciudadanos, atendiendo a la justicia distributiva, debe procurar distribuir los subsidios públicos de modo que los padres puedan escoger con libertad absoluta, según su propia conciencia, las escuelas para sus hijos ».(19) En el marco no sólo de la proclamación formal, sino del efectivo ejercicio de este derecho fundamental del hombre se pone, en algunos países, el problema crucial del reconocimiento jurídico y financiero de la escuela no estatal. Hacemos nuestro el deseo recientemente expresado una vez más por Juan Pablo II, de que en todos los países democráticos « se ponga en práctica una verdadera igualdad para las escuelas no estatales, que al mismo tiempo respete su proyecto educativo ».(20)
Estilo educativo de la comunidad educadora
18. Terminando ya esta carta, quisiéramos pararnos brevemente en el estilo y en el rol de la comunidad educativa constituida por el encuentro y la colaboración de los diversos estamentos: alumnos, padres, docentes, entidad promotora y personal no docente.(21) A este propósito se llama justamente la atención sobre la importancia del clima y del estilo de las relaciones. A lo largo de la etapa evolutiva del alumno son necesarias relaciones personales con educadores significativos, y las mismas enseñanzas tienen mayor incidencia en la formación del estudiante si van impartidas en un contexto de compromiso personal, de reciprocidad auténtica, de coherencia en las actitudes, estilos y comportamientos diarios. En esta perspectiva se promueve, en la también necesaria salvaguardia de los respectivos roles, la figura de la escuela como comunidad, que es uno de los enriquecimientos de la institución escolar de nuestro tiempo.(22) Además, es preciso recordar, en sintonía con el Concilio Vaticano II,(23) que la dimensión comunitaria de la escuela católica no es una mera categoría sociológica, sino que tiene también un fundamento teológico. La comunidad educativa, considerada en su conjunto, está, por lo tanto, llamada a promover un tipo de escuela que sea lugar de formación integral mediante la relación interpersonal.
19. En la escuela católica « los educadores cristianos, como personas y como comunidad, son los primeros responsables en crear el peculiar estilo cristiano ».(24) La docencia es una actividad de extraordinario peso moral, una de las más altas y creativas del hombre: el docente, en efecto, no escribe sobre materia inerte, sino sobre el alma misma de los hombres. Adquiere, por esto, un valor de extrema importancia la relación personal entre educador y alumno, que no se limite a un simple dar y recibir. Además, se ha de ser cada vez más consciente de que los docentes y educadores viven una específica vocación cristiana y una otro tanto específica participación en la misión de la Iglesia y « que de ellos depende, sobre todo, el que las escuelas católicas puedan realizan sus propósitos e iniciativas ».(25)
20. En la comunidad educativa, los padres, primeros y naturales responsables de la educación de los hijos, tienen un rol de especial importancia. Por desgracia, hoy se va extendiendo la tendencia a delegar este deber primero. De ahí que se haga necesario no sólo dar impulso a las iniciativas que inciten al compromiso, sino que ofrezcan una ayuda concreta y adecuada, y comprometan a las familias en el proyecto educativo(26) de la escuela católica. Objetivo constante de la formación escolar es, por tanto, el encuentro y el diálogo con los padres y las familias, que se ven favorecidos también a través de la promoción de las asociaciones de padres, para establecer, con su insubstituible aporte, aquella personalización educativa que hace eficaz el proceso educativo.
Conclusión
21. El Santo Padre, con una sugestiva expresión, indicó cómo el hombre sea el camino de Cristo y de la Iglesia.(27) Tal camino no puede ser extraño a los pasos de los evangelizadores, que al recorrerlo sienten la urgencia del desafío educativo. El compromiso en la escuela resulta ser, de este modo, tarea insubstituible; más aún, el empleo de personas y de medios en la escuela católica llega a ser opción profética. También en los umbrales del tercer milenio sentimos fuertemente lo que la Iglesia, en aquel « Pentecostés » que fue el Concilio Vaticano II, afirmó de la escuela católica, que « siendo tan útil para cumplir la misión del pueblo de Dios y para promover el diálogo entre la Iglesia y la sociedad humana en beneficio de ambas, conserva su importancia trascendental también en los momentos actuales ».(28)
Prot. N. 29096
Roma, 28 de diciembre de 1997, fiesta de la Sagrada Familia
Pio Card. Laghi
Prefecto
Jose Saraiva Martins 
Arzobispo tit. de Tubúrnica 
Secretario


(1) La Sagrada Congregación para la Educación Católica, nuevo nombre de la Sagrada Congregación de los Seminarios y de las Universidades, por la Constitución Apostólica Regimini ecclesiæ universæ, publicada el 15 de agosto de 1967, que entró en vigor el 1 de marzo de 1968 (AAS, LIX [1967] pp. 885-928), era estructurada en tres oficinas. Con tal reordenamiento fue creada la Oficina para las escuelas católicas, con el fin de « desarrollar posteriormente » los principios fundamentales de la educación, sobre todo en las escuelas (cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, Introducción).
(2) S. Congregación para la Educación Católica, La escuela católica, n. 2.
(3) Cfr. S. Congregación para la Educación Católica, La escuela católica, n. 34.
(4) Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, n. 8.
(5) Juan Pablo II, Carta Apost. Tertio millennio adveniente, n. 58.
(6) Cfr. Juan Pablo II, Discurso al I Convenio Nacional de la Escuela Católica en Italia, « L'Osservatore Romano », 24XI1991, p. 4.
(7) Cfr. S. Congregación para la Educación Católica, La escuela católica, n. 35.
(8) S. Congregación para la Educación Católica, La escuela católica, n. 3.
(9) Conc. Ecum. Vat. II, Const. pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Gaudium et spes, n. 22.
(10) Juan Pablo II, Exh. Apost. Ecclesia in Africa, n. 102.
(11) Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación en la escuela católica, n. 34.
(12) Cfr. Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación en la escuela católica, n. 33.
(13) Juan Pablo II, Exh. Apost. Vita consecrata, n. 96.
(14) Juan Pablo II, Exh. Apost. Christifideles laici, n. 62.
(15) Cfr. S. Congregación para la Educación Católica, La escuela católica, n. 39.
(16) Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, n. 9.
(17) Cfr. Santa Sede, Carta de los derechos de la familia, art. 5.
(18) Cfr. Juan Pablo II, Exh. Apost. Familiaris consortio, n. 40; cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Inst. Libertatis conscientia, n. 94.
(19) Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimun educationis, n. 6.
(20) Juan Pablo II, Carta al Prepósito General de los Escolapios, « L'Osservatore Romano », 28VI1997, p. 5.
(21) S. Congregación para la Educación Católica, El laico católico testigo de la fe en la escuela, n. 22.
(22) Cfr. Ibid.
(23) Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, n. 8.
(24) Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación en la escuela católica, n. 26.
(25) Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, n. 8.
(26) Cfr. Juan Pablo II, Exh. Apost. Familiaris consortio, n. 40.
(27) Cfr. Juan Pablo II, Carta Enc. Redemptor hominis, n. 14.
(28) Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, n. 8.

"La educación es un acto de amor, es dar vida”: el Papa a la plenaria de la Congregación para la Educación Católica

"La educación es un acto de amor, es dar vida”: el Papa a la plenaria de la Congregación para la Educación Católica

jueves, 19 de junio de 2014

El Octavo día - Le huitième jour

«El octavo día» (1996)

SC
Drama
112 minutos
Sin especificar
Director:
Jaco Van Dormael
Intérpretes:
Miou-MiouDaniel AuteuilPascal Duquenne,
Reparto completo



Sinopsis

Harry es un ejecutivo de banca que ha triunfado a nivel profesional pero cuyo fracaso matrimonial le tiene amargado. Una noche, mientras conduce por una carretera, se tropieza con Georges, un muchacho con síndrome de Down que se ha escapado de un centro y vaga desorientado

12

domingo, 8 de junio de 2014

(Rebeca Anijovich Evaluaciones a medida Diario Clarín)




Evaluar para aprender: Conceptos e instrumentos
Carlos González y Rebeca Anijovich, Editorial Aique (colección Nueva carreradocente)


Introducción

La evaluación sirve para acreditar, emitir juicios de valor, para diagnosticar,retroalimentar, regular y mejorar los aprendizajes. Se pueden distinguir diferentes tipos de evaluación:


La evaluación formativa: relacionada con la evaluación PARA el aprendizaje. Este tipo de evaluación ofrece información a los docentes con la intención de puedan modificar sus prácticas de enseñanza y los aprendizajes de sus estudiantes, al tiempo que brinda retroalimentaciones para que los alumnos mejoren sus procesos de adquisición de conocimientos. El objetivo este tipo de evaluación es ofrecer orientaciones y sugerencias a cada uno de los estudiantes durante el proceso de aprendizaje, cuando todavía hay tiempo para mejorar algún aspecto de dicho proceso.La evaluación formativa, en su función reguladora, trata de identificar las debilidades y las fortalezas del aprendizaje de un alumno, más que juzgar o calificar los resultados.

La evaluación sumatoria: relacionada con la evaluación DEL aprendizaje, mide lo que los alumnos saben, demuestra si alcanzaron los estándares establecidos y determina una especie de ranking entre ellos. Su propósito es certificar cuánto aprendió cada uno.

La evaluación auténtica relacionada con la evaluación con la evaluación COMO aprendizaje, enfatiza el uso de la evaluación como un proceso de desarrollo y apoyo de la meta cognición de los estudiantes. Se centra en el rol del estudiante como articulador entre la evaluación y el aprendizaje. En este enfoque se monitorean lo que se está aprendiendo para, posteriormente realizar ajustes. Este tipo de evaluación permite contemplar la heterogeneidad de los estudiantes y la posibilidad de que todos logren aprender en tanto se les ofrezcan actividades variadas en las que sea posible potar y tomar decisiones para resolver problemas cotidianos.

 Capítulo 2: Develando los criterios de evaluación
 Además de anticipar los contenidos y sus expectativas de logro, se necesitan instrumentos adecuados que ayuden a identificar y a compartir los criterios utilizados para evaluar los aprendizajes de los alumnos.Algunas herramientas prácticas que se utilizan con ese fin son las siguientes:

Listas de cotejo: consiste en una serie de aspectos, características, cualidades, acciones observables sobre un proceso o un procedimietno que suele registrarse en un cuadro de doble entrada. La lista de cotejo es un instrumento de verificación, de revisión y al mismo tiempo puede funcionar como referencia para ajustar un desempeño. Asi mismo muestra avances y tareas pendientes de modo tal que interviene durante el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Escalas de valoración: ayudan a registrar el grado o desarrollo que un estudiante logra en relación con un proceso o producto. También permite registrar su frecuencia o el grado que se ha logrado. Estas escalas dan cuenta de la ejecución de determinada acción o de la a parición de un atributo especifico, pero además, las escalas de valoración suman información al permitir observar la frecuencia con la que se presenta un componente del procedimiento o proceso que se quiere evaluar.

Las matrices de valoración son documentos públicos, compartidos por docentes y alumnos, que se utilizan para evaluar las producciones o el desempeño de los alumnos. Ocultar criterios de evaluación es un modo de monopolizar el poder. Develarlos, transparentarlos es un intento de democratizar su ejercicio

 Capítulo 7: El error como oportunidad para aprender
El error, su interpretación y tratamiento están ligados a la concepción de aprendizaje y de enseñanza. A partir de un error, puede iniciarse un dialogo de retroalimentación y desencadenarse un proceso de reflexión de metacognitiva muy enriquecedor. Existen diferentes modos de entender un error.
Alicia Camilloni los clasifica de la siguiente manera:

 Errores no inteligentes dependen de factores personales o de imprevistos: falta de sueño, ruido o ansiedad a escuchar/leer la consigna, alguna patología de la atención.

Errores inteligentes pueden deberse a las siguientes causas: la estructura cognitiva está incompleta o necesita restructurarse; un proceso cognitivo no está siendo utilizado en forma eficiente; una estrategia cognitiva se transfiere en forma automática. Los errores inteligentes, correctamente tratados, son excelentes oportunidades para enseñar y evaluar el proceso de aprendizaje.Cuando los errores son compartidos y se refieren a un campo especifico, se consideran errores sistemáticos
. Este error es el que la mayoría de los sujetos comete con cierta regularidad, en un momento evolutivo dado, o en el proceso de dominio de un contenido determinado.Para otro autor, Astolfi, aparecen fundamentalmente tres modos:
 

1- Error como falta.

2- Error como falla en el programa.

3- Error como obstáculo.

La siguiente tabla resume las implicancias de cada concepción:


“Quizá lo mas importante que podamos hacer como docentes es identificar los errores.
Identificar quiere decir que no siempre vamos a poder saber cuál es la causa de los errores. Pero en algunos casos sí, y en la medida en que podamos categorizar los errores posibles, podremos enseñar”.
(Camilloni, 1994)




LA ESCUELA INCLUSIVA

La escuela inclusiva ofrece el espacio para lograr el reconocimiento del derecho que todos tenemos a pertenecer a una comunidad, construir cultura e identidad con los otros y a educarnos en las instituciones formalmente reconocidas, cualquiera sea el medio social, la cultura, la ideología, el sexo, la etnia o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o, incluso, de una sobredotación intelectual.

Cuando se habla de “inclusión” es común confundirlo con el término de “integración”. Si bien son términos muy similares, contienen una diferencia. La integración se refiere al proceso de enseñar juntos a niños con y sin N.E.E (Necesidades Educativas Especiales) La inclusión es una concepción mucho más profunda. La escuela inclusiva enfatiza el sentido de comunidad, para que todos tengan la sensación de pertenencia, apoyen y sean apoyados por sus pares y demás miembros de la comunidad escolar, al tiempo que se encuentran respuestas adecuadas a sus necesidades educativas especiales.

En la inclusión, el centro de atención es la transformación de la organización y la respuesta educativa de la escuela para que acoja a todos los niños y jóvenes, y tengan éxito en el aprendizaje.
El mérito de las escuelas inclusivas es que, además de ser capaces de dar una educación de calidad a todos los alumnos, se logre cambiar las actitudes de discriminación, para crear comunidades que acepten a todos, y por ende, colaboren en la construcción de una sociedad integradora.

El principio general que debe regir en las escuelas inclusivas es que todos los niños deben aprender juntos omitiendo sus dificultades y diferencias individuales, centrando su mirada en las fortalezas. Deben adaptarse a los diferentes ritmos de aprendizaje de los alumnos y garantizar una enseñanza de calidad. Los alumnos deben recibir todo el apoyo adicional necesario para garantizar una educación eficaz.

El principal reto de la integración de alumnos con N.E.E. (Necesidades Educativas Especiales) en escuelas comunes consiste en modificar las actitudes y la organización de la institución escolar en su conjunto. Esto implica cambios en todo el proyecto educativo, influyendo principalmente en:

Principios educativos y objetivos generales.
Normas de convivencia.
Planificación de la enseñanza.
Ordenación de ciclos, grupos, etc.
Organización de los recursos.
Conexiones con los servicios de apoyo.
Disposición de los espacios y su distribución.
Metodología empleada.
Criterios y métodos de evaluación.


Es importante señalar algunos aspectos que obstaculizan la integración escolar. De entre ellos se encuentran:

Excesivo número de alumnos por aula
Limitaciones del edificio escolar
Ausencia o mala planificación de la enseñanza
Ausencia de servicios de apoyo
Ausencia del trabajo de equipo por parte de profesores y alumnos
Criterios rígidos de evaluación
Falta de comunicación centro-familia

.



  www.escuela-inclusiva.com.ar  



Quisiera dar mi humilde opinión, sobre la escuela inclusiva, recordemos que para cada niño, su vida es única e irrepetible, Que todos necesitan de nuestro amor, respeto y apoyo. Debemos estar atentos a sus necesidades, no solo los niños con dificultades o capacidades diferentes necesitan de nuestra atención y cuidado especial. Todos merecen ser acompañados y educados desde el amor el respeto y la igualdad. En la escuela nos encontramos con diferentes tipos de necesidades, algunas intelectuales, otra motrices y muchas veces del alma, del desamor y el abandono.
Cada niño trae consigo una historia que debe ser escuchada y acompañada.
Muchas veces nos encontramos con niños muy inteligentes, hábiles motrizmente , pero que su mirada transmite soledad y abandono, con solo preguntarles ¿como estas? pueden contar una vida en un segundo y un abrazo puede ser el remedio mas eficiente frente a sus tristezas.
Repetir una y mil veces si comprendieron es una manera de hacerles saber que son atendidos. Si no se comportan con respeto, hacerlos por un instante reflexionar sobre que sentirían ellos si están en nuestro lugar, o el lugar del otro.
Reconozcamonos, seres únicos e irrepetibles cada uno con sus dones y riquezas, capaces de enriquecernos mutuamente en las diferencias, desde la igualdad, el amor, el respeto , el dialogo y la dignidad.
Laura Marta Bilbao


Francisco lava los pies a doce personas con discapacidad. A imagen de Jesú´s que iba a aquellos a los que nadie iba, sanandolos amándolos, respetándolos y valorandolos, Francisco nos enseña a amar la igualdad y el respeto al prójimo. Imitemoslos y hagamos de este mundo, un lugar digno e igualitario para cada ser humano.

escuelas inclusivas buenas practicas, en las diferencias, el amor y el respeto es donde nos enriquecemos...

Escuela Inclusiva

La buena educación de los niños pide que se les ame, y se les ame a todos por igual. Ahora bien, esto supone la entrega absoluta a su formación y el uso de cuantos medios pueda sugerir un entusiasmo habilidoso para infundirles la piedad y la virtud.” 
[Sobre la educación]
Marcelino Champagnat
Privar a un niño de su derecho a la educación es amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías” 
Fulton John Sheen

Aprender a convivir.....
Aprender a convivir, mirar con los ojos del alma, repletos de ternura, todos somos especiales , Dios nos ama por lo que somos, aprendamos a enriquecernos de las diferencias, aprendamos a crecer en la igualdad, el amor y el respeto.

domingo, 1 de junio de 2014





La Inteligencia de la Complejidad (1999)

  En la antigüedad el pensamiento chino se funda sobre la relación dialógica entre el ying y el yang. Lao Tse afirmaba que la unión de los contrarios caracteriza la realidad. [ 1999a: 257].
 En Occidente, Heráclito planteó la necesidad de asociar conjuntos de términos contradictorios para afirmar una verdad [1999a].
 En su análisis de la Edad Moderna, Morin sitúa a Pascal como el pensador clave de la complejidad, a Kant en cuanto que pone en evidencia los límites de las “aporías de la razón” [ 1999a].
 El desafío mayor del pensamiento contemporáneo, según Morin, es pensar la complejidad. En la época contemporánea se produce la confluencia de dos revoluciones científicas, la primera introduce la incertidumbre con la termodinámica, la física cuántica y la cosmofísica. La segunda revolución científica es la sistémica en las ciencias de la tierra y la ciencia ecológica [ 1999a: 258].
 Cabe advertir al lector que Edgar Morin incurre en frecuentes neologismos, debido en primer lugar a que sus reflexiones sobre la complejidad surgen vinculadas con la Teoría de la Información, la Cibernética y la Teoría de Sistemas. En segundo lugar porque, a través de esa aparentemente extraña terminología, expresa un modo no simplificador de encarar la complejidad, la cual «sufre una pesada tara semántica, porque lleva en su seno confusión, incertidumbre, desorden» [ 1999a: 21].
  Morin retoma una vieja distinción de la sociología alemana entre comunidad y sociedad según la cual nuestras sociedades existen en los dos niveles: son sociedad en cuanto constituyen un tejido de intereses económicos y de procesos técnicos que oponen y asocian a sus miembros, pero también son comunidad pues poseen un elemento mitológico que los mantiene unidos [Morin 1984a].
Como primera aproximación Morin define la sociedad como un conjunto de interacciones económicas, psíquicas, culturales, formando un sistema que implica aparatos de comando/control por parte del jefe de Estado retro-actuando sobre las interacciones de las cuales depende su existencia. De este modo, la existencia del Estado depende de ciudadanos cuya existencia depende a su vez de él. Todo ello constituye un sistema. Morin aporta un punto de vista original desde su paradigma de la complejidad, pues entender dicho sistema de un modo “tradicional”, como conjunto funcional en el seno del cual las partes se complementan armoniosamente para las finalidades del todo, sería una versión empobrecida. Una versión rica implica no sólo complementariedades, sino también antagonismos. De allí que distingue tres etapas en la aprehensión de la idea de sociedad:

1-  Una etapa pre-sociológica, donde se habla sobre cosas de la sociedad sin que emerja todavía el término;
2-  Una etapa sociológica donde hay una hipóstasis del término, convertido en abstracto, aislado de sus dimensiones históricas, antropológicas y mitológicas;
3-  Una etapa antropo-sociológica que no niega la idea de sociedad, sino que la enriquece.

No hay ninguna garantía contra la fragilidad de la complejidad: sólo la que proporciona la auto-regeneración permanente de la complejidad misma. Por ello afirma Morin que «si queremos ser libres, debemos correr los riesgos de la libertad. Las sociedades opresoras son aquellas que no quieren correr ningún riesgo» [Morin 1984a: 71].
Este esquema multipolar permite comprender que toda unidad de comportamiento humano es al mismo tiempo genética-cerebral-socio-cultural-ecosistémica, lo cual significa que el fundamento de la ciencia del hombre es policéntrico, el hombre no tiene una esencia particular estrictamente genética o cultural, no es una superposición cuasi-geológica del estrato cultural sobre el estrato biológico. Su naturaleza hay que buscarla en la interrelación, la interacción y la interferencia que comporta dicho policentrismo [Morin 1973: 231].
 



La noción de inteligencia

Morin distingue entre inteligencia, pensamiento y conciencia, que concibe como emergencias provistas de miríadas de inter-retroacciones computantes-cogitantes (dotadas de una relativa autonomía) que constituyen las actividades cerebrales sobre las cuales retroactúan en bucle [Morin 1986: 177]. Sin embargo, inteligencia, pensamiento y conciencia son interdependientes: cada una supone la otra, de allí que Morin las defina teniendo en cuenta las referencias mutuas: define la inteligencia como arte estratégico, el pensamiento como arte dialógico y la conciencia como arte reflexivo [ 1986: 178]
La inteligencia está presente no sólo en el ser humano, sino también en los animales e incluso en los vegetales, pues éstos, aunque no poseen cerebro o sistema nervioso, disponen de estrategias para resolver problemas vitales. De allí que concibe la inteligencia como una cualidad anterior y exterior al pensamiento humano y la define como la «aptitud de pensar, tratar, resolver los problemas en las situaciones de complejidad» [1986: 177], es decir, frente a situaciones de multiplicidad de información, de inter-retroacciones, variaciones, incertidumbres y riesgos.
 Morin retoma la distinción aristotélica de praxis, techne y theoria, para designar la multiplicidad de ámbitos a los que lleva una actividad propiamente inteligente. La praxis implica actividad transformadora y productora; la techne actividad productora de artefactos y la theoria el conocimiento contemplativo o especulativo [Morin 2002]. La inteligencia es una aptitud estratégica general que de ese modo se especializa o circunscribe según el ámbito predominante.
 Según Morin, cuando la inteligencia es ejercitada en los casos más individualizados, complejos e innovadores se convierte en arte, el cual, por definición excluye normas o recetas, es capaz de combinar numerosas cualidades, algunas de ellas antinómicas. Son cualidades que deberían ejercitarse en toda situación de enseñanza-aprendizaje pero que en realidad son ignoradas u obstaculizadas por un sistema de enseñanza que continúa adherido a un paradigma simplificador, no complejo.[ 1986: 179]. 

Dichas cualidades o capacidades son:

1- El auto-hetero-didactismo rápido, es decir, la capacidad de aprender por sí mismo utilizando la enseñanza de una competencia exterior. Esta cualidad facilita el camino al desarrollo de la creatividad, la cual adquiere hoy una singular importancia, pues permite la construcción de nuevos modos de entender el conocimiento y la enseñanza.
2- Aptitud de jerarquizar lo importante y lo secundario, de seleccionar lo significativo y eliminar lo no pertinente o inútil. La adquisición de esta cualidad resulta cada vez más difícil, debido al predominio excesivo de la inmediatez y a la velocidad con la que se consumen las noticias en un mundo, donde la información ha revolucionado todas las esferas vitales. Los aprendientes se ven absorbidos por una vorágine de datos sin espacio suficiente para el discernimiento de lo significativo para su aprendizaje.
3- El análisis circular de utilización de los medios en vistas de un fin, de la conveniencia de los medios para alcanzarlo, es decir, la aptitud de concebir la retroacción en el bucle medios-fines. Por la velocidad en la que transcurren el conocimiento y la información, esta cualidad queda afectada cuando se confunden aquellos elementos que facilitarían el aprendizaje y en lugar de ello se lo obstaculiza. Sucede cuando, por ejemplo, se desconocen las competencias y conocimientos previos de los aprendientes, se los considera meros recipientes que hay que llenar con información hecha. En este caso no hay retroacción, los elementos del bucle recursivo pasan desapercibidos.
4- Combinar la simplificación de un problema y su respectiva complejidad, teniendo en cuenta diversidad, interferencias, incertidumbres. Es quizás la cualidad menos ejercitada en los centros de enseñanza pues generalmente predomina la simplificación fragmentada, se busca eliminar las interferencias y evitar las incertidumbres.
5- Reconsiderar su percepción y su concepción de la situación. Allí es cuando se daría un real aprendizaje, consiste en repensar sus saberes previos a la luz de los nuevos acontecimientos. Esto supone un ejercicio constante de pensamiento crítico y de autocrítica.
6- Utilizar el azar para hacer descubrimientos y la aptitud de demostrar perspicacia frente a las situaciones inesperadas. Supone espíritus inquisitivos, inconformes, abiertos al conocimiento.
7- Reconstruir una configuración global, un acontecimiento o un fenómeno a partir de indicios fragmentarios. Es decir, ejercitar la capacidad de análisis y síntesis, pero en lugar de eso se estimula la repetición fragmentaria de la realidad.
8- Sopesar el futuro considerando las posibilidades y elaborar escenarios eventuales teniendo en cuenta las incertidumbres que surgen de lo imprevisible. Esta cualidad invita a estimular la imaginación, elemento importante a su vez para forjar ideales. Sin embargo, la enseñanza busca la inmediatez: no se estimulan las utopías en una época en la que prevalece el desencanto y el desmoronamiento de los ideales junto con las certezas.
9- Enriquecer, desarrollar, modificar la estrategia en función de las informaciones recibidas y de la experiencia adquirida. Reconocer lo nuevo sin reducirlo a esquemas conocidos.
10- Afrontar situaciones nuevas así como de innovar. Si las cualidades mencionadas hasta aquí no fueron suficientemente ejercitadas, difícilmente se logrará innovar. No todo cambio es una innovación, en ella se pone en juego lo nuevo, lo creativo y lo azaroso.
11- Utilizar inteligentemente recursos no inteligentes, tales como la información, la memoria, la experiencia y la imaginación.
De estas cualidades se desprende la necesidad de considerar el desarrollo de un pensamiento creativo y la naturaleza compleja de la inteligencia, la cual es una y plural, abierta, polimorfa, constructiva y destructiva, combinatoria y eventualmente rotativa.
 Autor: Miriam Dolly Arancibia